Muchos
templos [prehispánicos] cambiaban sus fachadas continuamente: es
como si hubiera fachada encima de fachadas que se superponen a fachadas,
fachadas sobre fachadas.
Robert
Smithson, Hotel Palenque.
Para el
hombre prehispánico el hecho de esculpir un objeto no es necesariamente para
que esté a la vista.
Eduardo
Matos Moctezuma, Las piedras negadas.
[...]
llevaba la línea del horizonte dentro
de los ojos. En realidad, la línea del horizonte es un lugar geométrico,
porque se desplaza mientras nosotros nos desplazamos.
Antonio
Tabucchi, La línea del horizonte.
La línea del horizonte es una línea imaginaria, o
sea ficticia, que “existe” donde se unen visualmente tierra y cielo, esta
línea depende del emplazamiento de la persona que observa. El horizonte, como
dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es un límite solamente
visual.
El horizonte de México-Tenochtitlan es una ficción.
Desde su origen, Tenochtitlán se construía encima de ella misma. Cuando se
terminaba una, la siguiente ciudad se hacía encima de la anterior, los
arqueólogos llaman a este proceso de negación constante «etapas
constructivas». No sorprende, entonces, que esta historia arquitectónica se siga
repitiendo bajo los mismo patrones, o sea, la ciudad colonial niega a la
prehispánica pero sin desaparecerla, la decimonónica a la colonial y sobre
todas, o mejor dicho, a la misma altura, la moderna [...fachadas sobre fachadas]. En la actualidad, sólo podemos ver
algunos fragmentos de la ciudad antigua, el mayor es el Huey Teocalli. Sin embargo
sabemos, cabalmente, que debajo de la ciudad actual existe la primitiva.
La ciudad de México-Tenochtitlan (me refiero a la
ciudad con pasado y presente mezclados) es una imagen latente. La fotografía,
a pesar de ser uno de los medios más visuales, nos ha enseñado que no sólo lo
que se puede ver, existe. La luz condiciona, paradójicamente, la existencia
frágil de la imagen latente así como el peligro de ésta a dejar de ser. La
luz condiciona nuestra capacidad para ver, por esta razón nunca podríamos ver
una imagen latente. Pienso que la luz tendría estos mismos efectos sobre la
ciudad oculta.
En La línea
del horizonte fotografío la ciudad de Tenochtitlán, la oculta, a través
de los efectos que ésta ocasiona en la unión entre el suelo y las paredes, en
las fachadas mismas de los edificios que han seguido la deformación del
horizonte de la ciudad que no se puede ver. El proyecto inicia en la línea
imaginaria donde estuvo colocada la Piedra del sol en el costado poniente de
la Catedral, allí desplacé el Centro y desde ahí tiendo los cuatro rumbos. El
proyecto es un paisaje narrado, una panorámica de la ciudad antigua con el
horizonte torcido.
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la línea del horizonte
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